No dejes de seguir al conejo blanco

No dejes de seguir al conejo blanco

miércoles, 9 de marzo de 2011

Fortuna

Te zarandea una mujer vestida con una camisa blanca de tirantes. Tiene el pelo negro como el carbón apagado, te lleva con una mano como si fuera una bandeja de vasos en un restaurante, una doña camarera. Organiza toda la ropa de su vestidor y estás con ella, ves la puerta cerrarse con tal estrépito que te parece estar vivo allí con ella, y a veces te sonríe porque sabe que la miras.
Te lleva a través de la bruma, y el juego de imaginar, tienes que jugar una gran partida para descubrir una silueta que te ha sido dada desde otros tiempos. Y en verdad sabes que el estar mirándola sin parar es como comértela con los ojitos, las usas para refractar su imagen bella, la juventud encandilada en miradas tiernas, dirigidas desde abajo. Intentas ser el dueño del control de tu vista, intentas poseer esos ojos con los que ella te dirige a través de la habitación. Ella tiene el poder sobre tí. Pero tú el amor sobre ella. Por fortuna, es un acuerdo tácito el dejarse ver sin mirarse.

1 comentario: