No dejes de seguir al conejo blanco

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jueves, 20 de enero de 2011

Absurdo pasillo

Se siente realmente aplastado por las paredes húmedas. Mueve las suelas deprisa, atacando el vaivén del piso mientras retumban los ecos de sus perseguidores a lo lejos. Mientras un parpadeo tenue parece rodearle ( solo durante algunos instantes) él aprovecha para fijarse en cómo demora toda esa felicidad los huecos de las paredes que parecen lisas, pero que realmente están opacas. Además, ve un sendero que se bifurca, lo toma y toca para girar mejor una de las paredes ásperas de color gris y fría.

Siente su sien latir como la brasa de un cigarro en noches donde cantan los grillos. Su americana está un poco dilatada por la prisa, pero no le importa. A veces se le cae de los oídos ese furibundo chapoteo, poco noble y desgraciado.

Sintió oscurecerse aún más ese angosto corredor, a los lados siente el rebote de su propio sonido al caminar, reverberado. Cree sentirse mareado. Los pasos se oyen más y más cerca. Su respiración tumultuosa se queda marcada en un cristal de vidrio que debería aparecerle ( y no le aparece ) en derredor de la cara. Por poco, tropieza con una losa del suelo a medio colocar; eso le hace caer en el desconcierto, en una siniestra concha de cangrejo ermitaño y pardo.

Ya perdió la noción de la oscuridad, corre mecánicamente como si no pudiera hacer otro gesto, otro envite del destino, lo único que le importa es llegar a quien sea o ser donde sea.

¿ Cómo se metió allí? No lo recordaba, además parecía que sus ojos verdes estaban medio difuminados. “ ¿ Cómo puedo verme los ojos sin espejo ninguno?” pensó.

Como una abstracción de ese propio espejo, rodó sibilinamente por una de las cortadas esquinas, desgastando la prisa mientras volvía a acariciar esas paredes que parecían la barba de un tozudo.

Le hubiera gustado sentir esa continuidad infinita de un breve placer, como si de ello dependiera su existencia, pero ya no recordaba ninguno. Simplemente deslizaba sus pies en pos de encontrar el alba y poderse sentir al fin en paz.

Se le acercan esos malditos pasos, los oye más cerca al través ,como un miedo inaccesible. Entonces sabe que a cada paso se están acercando, desesperadamente, para aferrarse a su chaqueta y gritarle por encima del oído, agarrarlo y desmantelarlo, quién sabe, matarlo.

Apresurado, el más cercano a él le prende una de las mangas y se ve totalmente en lo subterráneo.

En ese momento, y justo como David había vaticinado, se despertó a las 5 AM en un hotel de New York, en cuya habitación tendría que rellenar un par de formularios para su gestión de marketing del día del sueño.

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