Debemos arrojar a los oceanos del tiempo una botella de náufragos siderales, para que el universo sepa de nosotros lo que no han de contar las cucarachas que nos sobrevivirán: que aqui existió un mundo donde prevalació el sufrimiento y la injusticia, pero donde conocimos el amor y donde fuimos capaces de imaginar la felicidad. Gabriel García Márquez
No dejes de seguir al conejo blanco

domingo, 30 de enero de 2011
Hidrografía civil.
viernes, 28 de enero de 2011
Recíproca distancia
lunes, 24 de enero de 2011
Poema para llorar
domingo, 23 de enero de 2011
El hombre de la voz incontenible
En un dia aciago el hombre gritará alto
mientras susurra una vana promesa al oido
jueves, 20 de enero de 2011
Absurdo pasillo
Se siente realmente aplastado por las paredes húmedas. Mueve las suelas deprisa, atacando el vaivén del piso mientras retumban los ecos de sus perseguidores a lo lejos. Mientras un parpadeo tenue parece rodearle ( solo durante algunos instantes) él aprovecha para fijarse en cómo demora toda esa felicidad los huecos de las paredes que parecen lisas, pero que realmente están opacas. Además, ve un sendero que se bifurca, lo toma y toca para girar mejor una de las paredes ásperas de color gris y fría.
Siente su sien latir como la brasa de un cigarro en noches donde cantan los grillos. Su americana está un poco dilatada por la prisa, pero no le importa. A veces se le cae de los oídos ese furibundo chapoteo, poco noble y desgraciado.
Sintió oscurecerse aún más ese angosto corredor, a los lados siente el rebote de su propio sonido al caminar, reverberado. Cree sentirse mareado. Los pasos se oyen más y más cerca. Su respiración tumultuosa se queda marcada en un cristal de vidrio que debería aparecerle ( y no le aparece ) en derredor de la cara. Por poco, tropieza con una losa del suelo a medio colocar; eso le hace caer en el desconcierto, en una siniestra concha de cangrejo ermitaño y pardo.
Ya perdió la noción de la oscuridad, corre mecánicamente como si no pudiera hacer otro gesto, otro envite del destino, lo único que le importa es llegar a quien sea o ser donde sea.
¿ Cómo se metió allí? No lo recordaba, además parecía que sus ojos verdes estaban medio difuminados. “ ¿ Cómo puedo verme los ojos sin espejo ninguno?” pensó.
Como una abstracción de ese propio espejo, rodó sibilinamente por una de las cortadas esquinas, desgastando la prisa mientras volvía a acariciar esas paredes que parecían la barba de un tozudo.
Le hubiera gustado sentir esa continuidad infinita de un breve placer, como si de ello dependiera su existencia, pero ya no recordaba ninguno. Simplemente deslizaba sus pies en pos de encontrar el alba y poderse sentir al fin en paz.
Se le acercan esos malditos pasos, los oye más cerca al través ,como un miedo inaccesible. Entonces sabe que a cada paso se están acercando, desesperadamente, para aferrarse a su chaqueta y gritarle por encima del oído, agarrarlo y desmantelarlo, quién sabe, matarlo.
Apresurado, el más cercano a él le prende una de las mangas y se ve totalmente en lo subterráneo.
En ese momento, y justo como David había vaticinado, se despertó a las 5 AM en un hotel de New York, en cuya habitación tendría que rellenar un par de formularios para su gestión de marketing del día del sueño.
martes, 11 de enero de 2011
Batalla campal en mi escritorio
lunes, 10 de enero de 2011
J.Cullum Jazz Remastered
domingo, 9 de enero de 2011
Pre conocimiento de los muros de lo absurdo.
El ser humano siempre ha tendido a buscar un objetivo, una misión, ha intentado durante numerosas veces indagarse la existencia .Esto es atribuído a la condición de dios que creen tener los individuos de nuestra raza, el motivo principal de la existencia de dictadores y personas que, ante todo, estaban predispuestos para entrar en el estado de grandeza. Pero, ¿ es el sentido de la existencia humana la superioridad? ¿ Realmente estamos aquí para superar los escalafones y avanzar en pos de otras personas?
En el ensayo del escritor argelino Albert Camus, “El Mito de Sísifo”, intenta establecer las condiciones básicas de ese ser humano cuya principal preocupación es en cierto modo trascender, o simplemente separarse de esa inutilidad o esa condición de inexistencia que parece la mayor causa de suicidios durante toda la historia.
Cierto es que según las personalidades sociológicas de distintos individuos esto puede afectar de distinta manera, pero el sentimiento es común, es decir, la gente habla en términos económicos de productividad en esta época tan globalizada, hablan en términos utilitaristas, y en sentido espiritual siempre existe un objetivo como el Nirvana o la salvación. Como en cierto modo podríamos aludir al Carpe Díem para establecer esa reflexión, pero trasciende más allá que en el disfrutar el hoy y esperar al mañana. Habla de la constancia, habla de unos parámetros comunes, habla de la muerte.
Hemos de pensar que la existencia del hombre es bastante más profunda que los ciertos casos que se suelen establecer por allí, es una propia negación del hombre moderno a aceptar la cruda realidad, de que la mayoría de las poblaciones están condenadas al fracaso por la vastedad genética que ocupa tanto a buenos seres como a seres despreciables Desgraciadamente, estos últimos abundan como el nitrógeno en la atmósfera.
Si bien hay que tener entendido la condición social del hombre moderno, de cómo esa antropología pasa más bien a convertirse en ese juego de “información es poder”, de cómo vamos desnudando de a poco la visión general esos cuerpos homínidos que fueron dados desde los inicios, la locura es un componente indispensable en el estudio de todas las cosas. Como en un juego de alma, hay que separar esas dos figuras. Lo separaron grandes autores modernos, y es cierto que incluso en el arte y el artista hay una división inmutable, una barrera que se traspasa. Las dos partes son indistintas, Orwell ya dijo que si bien Dalí era un excelentísimo pintor, era la persona despreciable por antonomasia.
Entonces Camus intenta, en su concepto, averiguar esa capacidad afuncional de la actuación del hombre, cómo en el despreciable intento de lo que Sísifo intentaba hacer, desplazando esa roca diariamente a lo alto del monte para saber que tendría que volver a empezar al día siguiente, había vastedad de proyectos e ideas inútiles e innecesarias. Está, por tanto, remitiéndose a ese ejemplo mitológico para referirnos al humano como aquel que no tiene objetivos en sí mismo. Si bien es cierto que el hombre ha desarrollado cosas, se refiere no tanto en cuanto a su utilidad o sus procederes como la propia existencia, la causa final de ese humano que vive sin saber por qué.
Esto se refleja en muchos casos en la literatura, sobre todo en esos personajes que tienen una profundidad y una hondura igual que el espejo de una gafa, no por el tamaño sino más bien por las capacidades de refracción.