No dejes de seguir al conejo blanco

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miércoles, 22 de diciembre de 2010

A expensas del flamboyán


Cuando la tarde suspira, a nadie parece sentarle bien una lágrima, enjugarla con la esponja y entonces responderla con brevedad, como si fuera un abrazo patidifuso, envuelto en niebla.
Lo más triste es pensar que se caen las hojas, que da igual lo plural que se sienta uno porque se acaban desvaneciendo con cualquier corriente de aire o con alguna espontaneidad, lo más triste es pensar que venimos y vamos de y hacia alguna época. Es cansado pensar que vivimos sin un destino, que somos esclavos de la expectativa pero que no tenemos rumbo.
Es triste pensar que la Biblia tiene razón al decir que los Hombres somos de arcilla.

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