No dejes de seguir al conejo blanco

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domingo, 19 de diciembre de 2010

Faros

La función es bien ridícula, pero es tan compleja que nos es necesaria en todos los momentos, sobre todo en la honda negrura de la noche.
Muchos viajeros se han perdido en mitad de la noche, sobre todo barcos grandes, de esos que huelen a brea y a pescado ensangrentado, y necesitan mirar por encima de las olas para levantarse el hastío del aura, y entonces creen ver un hálito de luz girando fijo sobre la superficie del agua. El trozo de iluminación recorre diáfano la superficie ponzoñosa del mar, siempre tan intranquilo. Es como una cuerda para tirar de los cargueros, una necesidad para poder llegar a tierra. Entonces es cuando se encuentran a sí mismos, finding the way back home, y verán lo que vieron al partir, las sirenas del puerto, el rompeolas maldito, regresarán a casa gracias a esa enorme pieza que tanta luz emanaba.
Les dio una dirección.
Les dio vida.
Les dio amor.
A día de hoy, un marinero está torpemente perdido bajo una higuera, esperando encontrar su propio faro...

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